Al ingerir el brebaje que el choque de vasos provoca, un poquito del otro queda dentro de uno, y un poquito de uno dentro del otro.
Nos transformamos en huéspedes y hospedados.
Nos conectamos,
nos conocemos,
nos compartimos.
En ese momento el vos-y-yo se convierte en un nosotros.
Ese es el secreto que se oculta detrás del brindis.
La razón por la que triunfan los asados del domingo.
El motivo por el que nos entendemos con sonrisas y miradas.
Porque dejo de estar con vos para estar en vos.
Porque te tengo dentro mío.
Pachina.