jueves, 7 de octubre de 2010

Querido saco..


Ayer, en mi decimonoveno Octubre caminaba por Congreso entre gente de traje y corbata. Esos trajes contrastaban con el saco que llevaba en mi morral. Un saco viejo y remendado para quién lo mire sin mis ojos. Ese saco es el vestuario de mi murga. Para mí ese saco es un disfraz lleno de flecos, parches y sonrisas bordadas.
Mi saco doblado en el morral pidiéndome a gritos salir, era completamente distinto a esos sacos compinches que llevaban los señores con cara de sopa de porotos acompañados por un maletín. Mi saco, (que ahora llevo puesto con orgullo mientras le escribo) tiene música y tiene sueños.
Mi saco es como esos anteojos que mi abuelo guardaba en su escritorio, esos anteojos que a los cinco años me volvían invisible y me permitían sacarle los caramelos de su lata sin que se diera cuenta. Mi saco es también como los zapatos de mi mamá que me hacían crecer cinco centímetros y 20 años con sólo ponérmelos.
Mi saco es un saco corriente, al igual que los anteojos y los zapatos. Sin embargo, cada vez que abro el placard y lo veo colgado entre los otros sacos, mi saco me sonríe, me pide probarlo, me pide una canción. Así como los zapatos me hacían entrar en el desconocido mundo de los adultos, y los anteojos lograban aflorar mi picardía.. cada vez que tengo mi saco puesto me convierto en murguista y sueño con tocarte el alma cada vez que entono una bajada.


Pachina.

2 comentarios:

  1. HERMOSO Anto!!!! me hiciste emocionar hasta las lágrimas!!! Deseo con todo mi corazón y llena de orgullo que SIEMPRE puedas hacer realidad tus sueños! Te amo hija

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